sábado, 1 de octubre de 2011

Armadura

-¿Que haces?- me preguntó, como otras muchas veces.
"Escribo" le respondía, ya casi por costumbre.
Habia días en que me preguntaba el "porque", porque lo hacia, porque escribia, "Me relaja, es la única forma que tengo de expresar mis sentimientos" le respondia, esas veces, otras, en cambio, ya ni me preguntaba, simplemente me dejaba hacer, me miraba mientras yo escribia, desde la cama, tumbado, con las piernas cruzadas y los brazos detrás de la cabeza, pensativo, relajado. Yo le miraba y me echaba a reir, y esa imagen hacia que las palabras fluyesen todavia más, que el bolígrafo se moviese con mayor rapidez y facilidad sobre el blanco papel, que las ideas pasasen por mi mente como los coches en una autopista sin límite de velocidad.
Algunas veces él insistia en que le enseñase lo que habia escrito, me torturaba a base de cosquillas, pero nunca lo conseguia. Siempre acababa suspirando, haciéndose el ofendido, y yo diciéndole que eran tonterias mías, que algún día, si escribia algo bueno, se lo enseñaria.
Fue entonces, un día, en medio del silencio, mirando al techo de la habitación, cuando me dijo:
-Algún día conseguiré saber lo que pasa por tu mente.
-Si no lo sé ni yo, ¿como vas a saberlo tu?- le pregunté.
-Porque sé que algún día conseguiré que me abras esa armadura que es tu corazón y tu mente, que me cuentes sobre que escribes, que consigas mostrarme tus sentimientos tal como yo te muestro los míos.-Se quedó en silencio- Sé que algún día lo conseguire. Señora escritora- añadió esto último mientras tocaba con la yema de su dedo la punta se mi nariz. Me quedé en silencio, sorprendida. Me acerqué más a él, sin saber que decir, y añadió: "Bueno,¿ y ahora vas a decirme en que piensas?"
Me acerqué un poco más y roce mis labios con los suyos, mirándole a los ojos.
-¿ Te lo digo o lo adivinas?- dije, justo antes de besarle.
Era obvio, con nosotros, sobraban las palabras.

Me encantaban esas tardes, raras.

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